dimecres, 10 de setembre del 2008

Imposición lingüística en las escuelas. Ejemplo 2

'Mi hijo mimetizaba fuera de Cataluña las actitudes despóticas de sus profesores'
Francisco López, de Vilanova i la Geltrú, denuncia la situación que vive su hijo en la escuela en Cataluña, y se siente víctima de la inmersión lingüística.
09/09/2008 Manuel Romero (El Mundo)

Las alarmas saltaron en la casa de Francisco López, en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), el día en que el mayor de sus dos hijos, de 9 años, viajó fuera de Cataluña y asumió la misma actitud que había observado en sus profesores: silencio, indiferencia y hasta desprecio hacia aquellos que le hablaban en castellano. «El niño inició con tres años la educación en catalán. No habíamos notado nada extraño hasta ese viaje. Durante toda la estancia en Extremadura y Andalucía se negó a hablar».

Francisco López no sabía cómo interpretar la actitud de su hijo. Aunque en casa y con los amigos hablaba en catalán, con su abuela lo hacía en castellano sin ningún reparo. «El niño rechazaba hacerlo en un entorno social. Si alguien le hablaba ponía cara de tonto. Decía en catalán que no le entendía y me preguntaba a mí delante de ellos qué es lo que le habían dicho».

De vuelta a Vilanova, Francisco López descubrió el motivo de la actitud arrogante de su hijo. Durante el viaje había asumido el papel que interpretaban sus profesores cuando él hablaba castellano en clase o en el recreo. «No entenc el que has dit. Repeteix-lo en català» (No entiendo lo que has dicho. Repítelo en catalán). Esta actitud reiterada e inmisericorde hacia un niño, que sabía que sí le habían comprendido, generó en él una sensación de culpabilidad, que a juicio de su padre se tradujo en una actitud «mimética y despótica hacia aquellos que se dirigían a él en castellano. Los responsables del colegio no logran impedir que los críos hablen en castellano, así que han adoptado medidas, llamémoslas penalizadoras».

Francisco López tiene la impresión de que el nivel de exigencia de catalán y de castellano en la escuela es muy diferente. «Cuando recibo las notas de mi hijo, que habla un catalán cerrado de la Seo d'Urgell, siempre puntualizan que debe mejorar en tal aspecto o en otro. Por el contrario, del castellano, que es deficiente, el comentario reiterado es que progresa adecuadamente».

No ha solicitado legalmente la enseñanza para sus hijos en castellano «porque la ley no se cumple». Francisco López desearía que la enseñanza se impartiera parcialmente en catalán y en castellano, incluso incorporando el inglés como lengua vehicular. Pero, «además del idioma, existen otros problemas igualmente graves. Las fiestas tienen un contenido de adoctrinamiento que asustan. En Carnaval, el colegio hizo una simulación de los Juegos Olímpicos. Disfrazaron a los críos formando parte de diferentes equipos de países. Allí estaba China, Andorra y Cataluña. España no iba a los Juegos».

Francisco López denuncia que «España, directamente, no existe. Sólo se les inculca su pertenencia a Cataluña. Y eso cala». El florecimiento de nuevas generaciones imbuidas en la escuela con el elixir del nacionalismo está costando no pocas relaciones dentro del propio ámbito castellanohablante. «Formamos un grupo de amigos que hablamos en español cuando nos juntamos. Algunos matrimonios y parejas han tenido que dejar de venir porque sus hijos ya no se integran en el grupo en ese idioma. ¡Y sus padres ni siquiera son nacidos en Cataluña! Es lo que quiero evitar en mi casa».

Sorprendentemente, el resultados del pasado Campeonato de Europa de fútbol ha remediado parte de la sensación de culpabilidad que sienten muchos niños en Cataluña. «Gracias a ser campeones de Europa de Fútbol y, después, de los Juegos Olímpicos, muchos críos han tenido la sensación agradable de ser españoles. A raíz de los éxitos deportivos han reafirmado su pertenencia al país. Sin esto y sin el esfuerzo que hemos puesto explicándoles cómo son realmente las cosas, nuestros hijos creerían que su país es únicamente Cataluña».